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Utena

Campus

Campus Uno de los aspectos que más me gustan de la película, en comparación con la serie, es la ruptura estética. No retoma motivos tan manoseados como los románticos, sino que construye un campus idealizado dentro del futurismo.

Vemos muros, escaleras, terrazas, espacios, plataformas, pasillos, patios, columnas y construcciones grandiosas que se recortan al viento y se superponen formando intrincadas geometrías. Los estudiantes pasean por ellos y no sabemos exactamente a dónde se dirigen. De hecho probablemente no tienen ningún sentido.

El campus vuelve a mostrar el sinsentido de la sociedad. El sistema vuelve a ser criticado, pero esa crítica ahora también se dibuja.

Si en la serie encontramos un campus con reglas estúpidas que todos parecían aceptar, ahora el mismo diseño del instituto nos expresa cómo es la locura social: arquitecturas grandiosas, complejísimas... ¡e inútiles!

Mucho de lo construido no tiene ningún sentido, igual que en el mundo en el que Utena está atrapada.

En este anime reconocemos ese canon de belleza de las vanguardias que encuentra hermosura en la combinación entre el cuerpo humano y la tecnología.

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